Prefacio: Esta y todas mis publicaciones futuras van dirigidas a emprendedores tecnológicos que desarrollen soluciones intangibles para las micro y pequeñas empresas. Si, así de específico es el nicho de lectores al que apunto, compréndeme, quiero evitar que sufras como yo.

Empecemos. Si eres el líder del equipo y te da vergüenza salir a la calle y vender tu producto, estás empezando mal. Un emprendedor tecnológico tiene una gran barrera que diferencia a su producto de los demás productos, ¿Sabes cuál es? Que la mayoría de micro y pequeños empresarios no entiende qué diablos es tu producto y para qué les puede servir. Por lo tanto, si delegas esta responsabilidad a cualquier otra persona que no seas tú, no conseguirás educar al cliente sobre cómo le puede servir lo que estás vendiendo. Por algo eres el líder ¿no?, tu visión debe ser la más clara de todas y el beneficio que entrega tu producto debe ser tan claro como el agua para ti.

Créeme, si entiendes esto desde el inicio te será más fácil meter dinero en la caja de tu emprendimiento. Pero, como nada es perfecto, seguramente estarás pensando: "Pero, soy profesional, ¿si me ven en la calle vendiendo de puerta a puerta?, ¿si me cruzo con algún familiar?, ¿Si la gente me rechaza y se burla de mí y de mi producto?". Pues, si esto pasa (y pasará) debes entender que vergüenza y emprendimiento no van de la mano. Y, debes entender también que tú no estás en la calle para vender tu producto directamente, estás en la calle para conocer a tu mercado.

Los beneficios de los productos tecnológicos (dígase páginas web, sistemas informáticos, publicidad por internet, entre otros) son poco conocidos y entendidos por las personas que conforman el sector de micro y pequeños empresarios en latinoamérica. Déjame ponerlo más claro, si eres profesional universitario o técnico de carreras relacionadas a la informática habrás cometido el error al menos una vez de tratar de explicar a tus padres que carajos haces en tu vida profesional, ellos saben que te sientas 8 o más horas frente a una computadora a oprimir teclas, pero jamás (o pocas veces si eres afortunado) entenderán completamente el gran mundo que hay tras esa pantalla y los beneficios que puedes entregar a una empresa luego de un par de días de apretar teclitas.

Así, como tus padres, son tus clientes potenciales, es por eso que el primer consejo que te doy es: Ensúciate los zapatos, recorre las calles, suda, reparte publicidades, conversa con los prospectos, y, lo más importante, aprovecha esos segundos que te otorgan para educar, no para vender. Los posibles clientes de productos como el que tú y yo comercializamos no necesitan un vendedor, necesitan un asesor, alguien que les explique todo lo que pueden conseguir contigo y con tu producto. 

Líder, el camino es largo y cuesta arriba, pero no hay nada más gratificante que el llegar muy tarde a la oficina con los zapatos sucios y decirle al equipo: "Necesitamos imprimir dos contratos para mañana".